jueves, 17 de mayo de 2012

ELEKTRA ASESINA de Frank Miller y Bill Sienkiewicz (1986)



Aprovechando que (por fin) se ha decidido publicar en formato tomo esta joya del Noveno Arte (a cargo de Panini), aprovecho para reivindicar una de las obras más acojonantes, rompedoras e incomprendidas que jamás nos haya dado el cómic mainstream. En cuanto pueda correré a la librería a por él, y por fin podré dejar descansar en paz los vestustos tomitos originales de Forum que me da miedo hasta mirarlos no vaya a ser que se deshagan. Pero vayamos al grano y pongámonos en situación. Corría 1986 y Frank Miller  era ya uno de los escritores superestrella del panorama mundial, y pese a la presión de los fans se negaba a rescatar un personaje, el de la ninja Elektra Natchios, del que se despidió en 1982. Como era el puñetero amo y aún no se le habían frito los cables (la deriva actual de este señor es para mirar a otro lado) se lo podía permitir, por lo que los editores de Marvel se vieron obligados a ofrecerle total libertad creativa publicando la historia en el sello Epic, editorial subsidiaria del gigante norteamericano pero enfocada a historias de carácter independiente y ajenas al filtro censor. Miller aceptó la oferta, y para hacer hincapié en que aquello no iba a transcurrir por los cauces habituales decidió que el aspecto gráfico correría a cargo del tremendo Bill Sienkiewicz, que por aquel entonces estaba dejando a todo el mundo boquiabierto con su insólito trabajo en Los Nuevos Mutantes. La cosa apuntaba maneras, pero lo que salió de esas dos cabezas geniales fue algo que superó a todo el mundo, y muy pocos supieron valorar (incluso a día de hoy) la tremenda maravilla que tenían entre manos.


Porque los 8 números que componen Elektra Asesina son un corte de mangas al convencionalismo narrativo, un ejercicio de deconstrucción de la viñeta de tal envergadura que se puede decir que todavía no ha sido igualado (mucho menos superado) en el cómic mainstream estadounidense. Centrando la narración en los orígenes de nuestra sexy ninja griega, Miller urde una historia en la que hay cabida para el thriller, la acción desbordante, el sexo, la denuncia política y el terror, todo ello compactado en 256 páginas sin fisuras que no te darán ni un segundo de respiro. Pero la gran virtud del cómic es que estos espectaculares elementos made in Marvel conviven con otros propios del arte más vanguardista, alocado y rompedor que uno pueda imaginar, algo de lo que tiene mucha culpa un Sienkiewicz desatado, libre de cualquier injerencia creativa y que en esta ocasión utiliza cuanta herramienta cae en su mano (collage, lápiz, aerógrafo, acuarela...) para ilustrar el desenfreno violento y onírico que impulsa la trama. La historia sumerge a Elektra en un complot de asesinatos políticos tras los que se encuentra la secta ninja La Mano, que sirviendo a los propósitos de La Bestia (demonio que quiere acabar con todo rastro de vida) pretenden desatar la III Guerra Mundial. Perseguida por S.H.I.E.L.D., se vale de sus poderes telepáticos (y de sus otros "poderes", más carnales) para enrolar en su causa al agente cyborg John Garret, teniendo como oscuro paisaje los horribles años de la presidencia Reagan y la amenaza constante de la Guerra Fría. 


El cómic, como comentaba, fue tan visionario y vanguardista (anda que no ha sido saqueado posteriormente...) que gran parte de la crítica lo tachó de autoindulgente y simple ejercicio de estilo, volcando contra el trabajo de Miller y Sienkiewicz su incapacidad para ver más allá de las normas establecidas. Centrándose en las viñetas imposibles, los juegos narrativos y la imaginación desbordante de los autores, se olvidaron que junto a esos elementos, y gracias a ellos, se escondía una historia absorbente, hipnótica y llena de segundas lecturas. Un maravilloso caleidoscopio de ideas y colores que por derecho propio merece colocarse al lado de intocables como El Regreso Del Caballero Nocturno o Daredevil: Born Again.

miércoles, 9 de mayo de 2012

SHOSTAKOVICH AGAINST STALIN: THE WAR SYMPHONIES de Larry Weinstein (1997)



Cambiamos de tercio musical para adentrarnos en uno de los documentales que más me han tocado la fibra de todos cuantos he visto, algo en parte debido a mi profundo amor por la obra de Dmitri Shostakovich, probablemente el último gran compositor que haya dado la música clásica. A través de la dura vida del genio soviético, de su música, nos adentraremos en los oscuros años de la terrorífica represión estalinista, donde el "Gran Líder" se afanó por enterrar la mayoría de las conquistas de Octubre, incluidos los principales partícipes de la misma. Uno de sus actos más terribles, además de acabar con la vida de 30 millones de personas en los campos de concentración, fue aplastar a toda la generación de artistas surgidos al calor de la Revolución y que asombraron al mundo entero por su talento e ideas novedosas, caso de Kandinski, Maiakovski, Malévich o Tatlin. Precursores de corrientes como la abstracción o el constructivismo, fueron arrollados por esa monstruosidad que respondía al nombre de "realismo socialista", y que no era otra cosa que encadenar el arte para mayor gloria de la burocracia soviética. Lejos, muy lejos, de los ideales que alumbraron la mayor revolución del siglo XX...

Shostakovich, más joven que los artistas anteriormente citados, creció prácticamente bajo gobierno soviético, y aunque no participó de la Revolución de Octubre sus simpatías por la misma y sus logros eran muy grandes, pero siempre desde un segundo plano ya que siempre sintió cierto desapego respecto a la política (cada vez mayor según la burocracia soviética iba creciendo en poder y despotismo). Su amistad con Tujachevski, Mariscal del Ejército Rojo y mano derecha de León Trotsky (además de precursor de la Guerra Relámpago utilizada por los alemanes en la II Guerra Mundial, toda una ironía), le puso en el punto de mira de la represión en los años de las Grandes Purgas, y tan sólo el tremendo apoyo que su música cosechaba entre el pueblo le salvó de morir en los helados campos de Siberia. Eso y que el agente encargado de ajusticiarle fue purgado un día antes de que Dmitri se presentara en las dependencias de la KGB, lo que habla de la absoluta sinrazón de aquellos pavorosos años. 



El documental arranca en aquellos funestos días, y a través de entrevistas con familiares, amigos, y supervivientes de la época se va trazando el perfil de un artista apasionado, optimista y genial que tuvo que enfrentar su música a las críticas despiadadas de una burocracia incapaz de comprender su visión revolucionaria de la composición clásica. La conducción musical del documental cae en manos de Valery Gergiev y la Netherlands Radio Philharmonic, trasladando a la perfección las maravillosas sinfonías (de la Cuarta a la Novena) que Shostakovich compuso en su velado combate contra Stalin. En el caso de la Cuarta, una enorme sinfonía de más de una hora y con unos requerimientos de tamaño de orquesta gigantescos, no fue interpretada hasta 1961 (tres décadas después) en parte por deseos del propio autor, consciente de que si veía la luz podía significar la sentencia de muerte para él y su familia. Se trata de una composición con la marca ineludible de Shostakovich, tremendamente perturbadora y llena de atonalidad y atmósferas oscuras, toda una visión profética de lo que estaba por llegar. Para muchos es la gran obra del soviético (él incluido), pero sinceramente veo muy complicado decantarse por una sola de sus sinfonías. Otro de los puntos álgidos del documental es la parte concerniente al sitio alemán de Leningrado, ideado personalmente por Hitler y que tenía el objetivo de doblegar la ciudad matándola de hambre y frío. Dos años de cerco en el que murieron casi millón y medio de habitantes y que llegó a ocasionar actos desesperados de canibalismo, pero que no consiguió doblegar a los habitantes de la metrópoli. En 1941, entre el ruido de obuses y las explosiones, una orquesta mermada por las muertes interpretó ante una Filarmónica abarrotada de famélicos, harapientos pero orgullosos trabajadores su famosa Séptima Sinfonía (también llamada Leningrado), todo un símbolo mundial de la resistencia frente a la barbarie nazi. Impresionante escuchar los testimonios de los supervivientes, su comunión con la música y el sentimiento de que aunque al terminar cayera una bomba que los matase a todos, hubiera merecido la pena tan sólo por haber tenido la oportunidad de escuchar aquella obra. Pocos músicos han recibido un halago mayor en la Historia. La Octava Sinfonía, compuesta cuando la URSS estaba a punto de derrotar a la Alemania nazi, cayó como un jarro de agua fría entre una burocracia que pensaba había llevado a Shostakovich a su redil. Mezcla de alegría forzada y augurios ominosos, hablaba del temor del compositor a que tras la guerra se volviera a las purgas de los años 30, con una clase dirigente aún más poderosa tras ponerse los galones de "salvadores" de la patria (los verdaderos fueron los más de 20 millones de anónimos rusos que dejaron las vidas en las trincheras). Aún mayor fue el impacto de su Novena, pues al igual que Beethoven o Mahler (su gran influencia) los burócratas esperaban la "gran sinfonía", evidentemente dedicada a mayor gloria de la URSS y sus líderes. El resultado fue el Shostakovich más mordaz, sarcástico e hiriente, toda una burla tanto al Kremlin como a los compositores occidentales, que hoy día está considerada una de sus grandes obras. 


Todo un ejemplo de que a pesar de que se intente estrangular o utilizarlo para tal o cual causa, el arte sólo alcanza su esplendor cuando es libre, porque nace del corazón, de las entrañas, y nunca del frío cálculo. Y, como Shostakovich, siempre habrá artistas valientes que desafíen las cadenas y la barbarie, en este caso con el latir de toda una nación entre notas musicales.


jueves, 3 de mayo de 2012

SANTA CLAUS CONQUISTA A LOS MARCIANOS de Nicholas Webster (1964)


DESCARGAR SANTA CLAUS CONQUISTA A LOS MARCIANOS (EN CASTELLANO DE MARTE)

Hoy he decidido hilar fino en la selección de El Rincón Psicotrónico, decidiéndome por una película dirigida a ese pequeño reducto de coprófagos cinematográficos que componen la verdadera élite cultural del planeta. Nosotros. Y qué mejor que con esta legendaria ponzoña navideña perpetrada por un tal Nicholas Webster (no me he atrevido a indagar en su filmografía, con una es suficiente...), allá por la feliz y empapada de ácido década de los 60. Situada en la prestigiosa lista de peores películas de la historia según IMDb, los usuarios le otorgan un fantástico 2,3 de nota media, que son 15 puntos más de los que yo le daría. 

Lo primero que hay que aclarar es que el título puede inducir a engaños. Es decir, que no penséis (que nos conocemos) que esto es una serie Z post-apocalíptica con un Santa deconstruido en máquina de matar ciber-punk colonizando a sangre y fuego a una raza de marcianos sodomitas. Eso es lo que tú y yo grabaríamos, pero eran los 60 y Nicholas Webster parece que quería dar la campanada perpetrando este aborto dirigido a los infantes estadounidenses. Viendo el éxito que tuvo la cinta bien podía haber optado por los marcianos sodomitas, porque sobra decir que esta película no se atrevió a verla ni él.  


Cuando ríen da más miedo...


El argumento, porque de alguna manera hay que llamarlo, arranca con unos marcianos preocupadísimos porque su patética simiente se pasa el día embobada viendo los programas de televisión terráqueos, concretamente el canal NIÑO (el guionista tuvo un colapso tras el parto de esta ideaca tan original). En vez de devolverles la ilusión empapándoles de drogas y porno (que es lo que un servidor haría), los gilipollas verdes deciden raptar al Santa Claus de la Coca-Cola (es el mismo actor, John Call) para que sus pequeños bastardos vuelvan a sonreir, llevándose de propina a dos insufribles niños terrícolas. Pero claro, los nacionalsocialistas marcianos, muy recelosos de todo lo que tenga que ver con la alianza de civilizaciones, se agarran un cabreo de tres pares de narices al ver tres simios deambular por su pútrido planeta, planeando una terrible (léase patética) venganza ante tamaña afrenta a la pureza verde de su sangre. Que Santa Claus no tiene pene (seguro que no) y que los niños de los 60 no tenían líbido (si pasara hoy en dos días estaban preñadas la mitad de las niñas marcianas a ritmo de reggetón) es algo que nadie les explica, pero no le pidamos tres pies al gato a esta ponzoña. Los diálogos son un maelstrom de absurdeces edulcoradas, humor zafio y frases capaces de hacer llorar al niño Jesús, entremezcladas con alusiones a avanzadísimos aparatos marcianos que básicamente son bombillas del chino que se encienden y apagan sin parar. Mención aparte merece la máquina de regalos que le fabrican los extraterrestres a Santa, y por la que sólo salen 6 tipos de regalos: pelotas, bates de béisbol, muñecas, coches, trenes y herramientas. Seguro que los niños de Burundi estarían infinitamente agradecidos de recibir una llave inglesa del 6 por Navidad. 


Marciano mexicano y su temible secador-atomizador


En el aspecto técnico se podría decir que fue grabado con unas cámaras y callar ahí, porque una mayor profundización podría llevar a la pérdida total de la cordura. Sin embargo es imposible no mencionar la labor titánica que se llevó a cabo en materia de decorados y vestuario. Respecto a los primeros, decir que habrían hecho llorar de vergüenza al mismísimo Astraco, porque esto no llega al nivel ni del peor episodio de Los Mundos De Yupi (y mira que estamos volando bajo...). Os podría decir que estamos ante un trabajo cumbre de minimalismo vanguardista o frente a un ejercicio soberbio de surrealismo naif, pero os estaría engañando. Es una puta mierda y punto. El todopoderoso robot marciano lo podría haber superado cualquier clase de pretecnología de 2º de la ESO (que si, incluso de la ESO), pero se queda en nada comparado con el primer oso polar (con hombre dentro) que camina de rodillas. Respecto al vestuario, los grandes triunfadores de la función son unos marcianos embutidos en trajes paqueteros de buzo robados en el Decathlon, las caras mal embadurnadas de pintura verde y purpurina y unos inenarrables cascos antenizados capaces de desgarrarte las córneas al primer visionado de los mismos... Al lado de esto Ed Wood era un genio de la artesanía escénica.


Toma robotaco!


Y pese a toda esta mugre, a todo el dolor visual y sus infinitos 80 minutos de metraje, he de reconocer que Santa Claus Conquers The Martians es una mierda entrañable en su atrocidad, y que visionada con cuidado (es decir, a pequeños sorbos y con drogas) os brindará no pocas carcajadas y estatus social entre los amigos a los que sometáis a su terrible influjo. Clásico de culto instantáneo e imprescindible en todo archivo ponzoñoso que se precie.


lunes, 30 de abril de 2012

LA COSA DEL PANTANO de Alan Moore




Hoy toca adentrarnos en las entrañas del terror gótico moderno, a través del primer gran éxito de ese genio barbudo que responde al nombre de Alan Moore. Su versión de La Cosa Del Pantano marcó a fuego mi infancia (puede decirse que su lectura me la robó en parte), y en posteriores lecturas su impronta en mí ha sido mucho mayor al ir comprendiendo el tremendo contenido metafórico de sus historias. Pero empecemos por el principio... Swamp Thing nace en 1971 del maravilloso tándem compuesto por Len Wein y Berni Wrightson como historia de cabecera de la revista House Of Secrets. El éxito de aquella historia fue tal que los mandamases de DC encargaron a la pareja de artistas convertirlo en serie regular, idea que ambos rechazaron al principio. Un año después deciden aceptar la oferta, aunque volviendo a contar la historia desde el principio para adaptarla a los tiempos que corrían. Si originalmente la narración arrancaba con la traición que sufría el científico Alex Olsen a manos de un colega en algún momento de principios del siglo XX, ahora el protagonista era Alex Holland, creador de una fórmula biorregenerativa basada en las plantas y que es atacado por un tal Mister E, mano ejecutora poco después de su esposa Linda. Nuestro protagonista, envuelto por las llamas, se lanza a un lago de los pantanos de Lousiana donde su maltrecho cuerpo se mezcla con los productos químicos con los que estaba trabajando, renaciendo como La Cosa Del Pantano, mitad hombre y mitad ente vegetal. Movido por el ansia de venganza, durante los 4 años que duró la serie (primero escrita por Wein y luego por David Michelinie), la criatura se rodearía de secundarios como Gregory y Anton Arcane o su nuevo gran amor, Abby Arcane, hija del primero y esposa de Matthew Cable. En el número que cerraba aquella serie, el 23, Alex Holland conseguía regresar a su forma humana y continuaba con sus investigaciones científicas. A pesar de lo interesante del personaje y sus historias, el gran reclamo de la serie era la labor a los lápices del genial Berni Wrightson, tras cuya marcha las ventas cayeron en picado. En 1982 se estrena la película basada en el personaje, un subproducto de serie B dirigido por el gran Wes Craven que anima a Len Wein (ahora editor de DC) a resucitarlo. Nace así Saga Of The Swamp Thing, supervisada por Wein y desarrollada por Martin Pasko y Tom Yeates, donde se obvia parte de lo escrito por David Michelinie (principalmente la vuelta a la humanidad de Holland) para darle coherencia al retorno de La Cosa Del Pantano. Pasko abandona el barco en el número 19, dejando a Lein Wein la papeleta de buscar un nuevo escritor para la serie. Con pocos candidatos para el reemplazo, Wein decide mirar al otro lado del charco y fija su mirada en un joven y prometedor guionista británico que destacaba en semanarios como 2000 AD o Warrior. Su nombre era Alan Moore, y los ecos de su bautismo en la industria norteamericana todavía resuenan con fuerza. Junto al tándem gráfico compuesto por Stephen Bissete y John Tottlebet, inició en 1984 no sólo una renovación del personaje, sino del terror gótico y de la forma de entender el cómic que se tenía hasta entonces, además de inspirar a grandes obras posteriores como el Sandman de Neil Gaiman.


Lo primero que hace Moore al llegar a la serie es redefinir completamente al personaje en el arco argumental "Lecciones de Anatomía". En dicha trama descubrimos que Swampy (el apodo cariñoso de la criatura) no es Alex Holland, sino las plantas dotadas de inteligencia al nutrirse de la carne mezclada con productos químicos del científico. El descubrimiento por parte del protagonista de este hecho marca el pistoletazo de salida del nuevo rumbo que Moore tiene en la cabeza, uno basado en la búsqueda de identidad de La Cosa Del Pantano y su relación y lazos tanto con el género humano como con la Naturaleza. Renacido como un elemental, su comunión con el medio natural se estrecha cada vez más, sintiendo con crudeza todos los abusos que el hombre comete en nombre del progreso. Aunando con genialidad el terror con la denuncia ecológica, Moore se vale de personajes míticos del género (vampiros, hombres-lobo, demonios...) para crear poéticas metáforas de las terribles consecuencias que sobre la Naturaleza tienen los actos inconscientes del hombre. También utiliza el terror clásico como medio para denunciar estigmas de la sociedad actual tales como el machismo o el racismo. Todo esto se refleja en la genial saga "American Gothic", compendio de virtudes de la etapa del británico: vampiros acuáticos que encarnan la venganza de la Naturaleza contra los vertidos tóxicos, la menstruación convertida en monstruo rabioso frente a la dominación masculina, fantasmas que gritan por las heridas sin curar del racismo y el vínculo indisoluble entre bien y mal son algunas de esas metáforas, espléndidamente plasmadas por el tándem Bissete - Tottlebet


Vamos conociendo progresivamente el vínculo del personaje con su pasado, como continuador de una saga de elementales que se remonta al principio de los tiempos, así como la comprensión de la verdadera magnitud de sus tremebundos poderes:  La Cosa Del Pantano es capaz de regenerarse por completo a partir de cualquier tipo de materia vegetal, siendo en la práctica casi indestructible, además de tener la capacidad de viajar por el medio natural al instante (su peculiar manera de teletransportarse); su vínculo con la vegetación le confiere una lista de habilidades tan grande como la creatividad que tenga, por ejemplo crear réplicas de sí mismo, formar un ejército de humanoides vegetales o acelerar a su gusto los procesos del "verde", amén de conferirle unos niveles de fuerza desmedidos. Alan Moore consigue, sin embargo, que nuestro protagonista sea lo suficientemente vulnerable (sobre todo a un nivel psicológico) como para que nos sintamos identificados con él, siendo otro de los grandes logros de su periplo por la serie. Es tal el lazo afectivo que se va creando entre lector y personaje que consigue enrolarnos en las filas del ecologismo frente a las barricadas pobladas por unos hombres que se destapan como más demoníacos que cualquiera de los monstruos que pueblan las páginas del cómic. 


Muchos más son los temas que Moore trata en la serie, como pueden ser el conflicto entre la libertad individual y las normas represoras de la sociedad (en el arco argumental "Swamp Thing Contra Gotham", en el que Swampy ha de enfrentarse a Batman), la violación sexual y el crecimiento personal ("La Saga Del Exilio") o los tabús y prejuicios modernos que envuelven al amor y las relaciones sexuales. La historia de amor entre Swampy y Abby, incomprendida y repudiada por la sociedad, alcanza su clímax en Ritos De Primavera, uno de mis números favoritos de todos los tiempos. 24 páginas en las que asistiremos a una unión que trasciende lo meramente sexual para devenir en una auténtica comunión entre almas, en este caso entre la de Abby y la Naturaleza. El trabajo de Bissete y Tottlebet, centrado en lo oscuro y onírico durante la mayoría de la serie, es aquí una exhibición de lisergia poética, captando a la perfección los sobrecogedores textos de Moore. Tampoco podemos obviar las atmósferas opresivas y angustiosas que empapan las páginas de la serie, y que nos recuerdan que estamos inmersos en una historia de terror, probablemente la mejor que se haya escrito nunca en el medio. Porque pocos (o ninguno) cómics consiguen trasladarte el ambiente sofocante, opresivo y amenazador de los pantanos de Lousiana como lo hace Swamp Thing, además de sobrecogerte con pasajes de verdadero horror onírico que golpean con fuerza en nuestros miedos más primarios y subconscientes. 


Podría seguir hablando de las bondades de este cómic hasta el infinito y no conseguiría acercarme ni un poco a la verdadera magnitud de la experiencia que supone zambullirse en sus páginas, por lo que termino afirmando que estamos ante uno de los grandes clásicos del medio, un cómic por el que no pasan las décadas y cuyas lecciones siguen hoy igual de vigentes que cuando fueron escritas. 42 números en los que descubriremos las bondades y pecados del hombre, su alma, a través del viaje existencial de una planta. Imprescicndible.

sábado, 21 de abril de 2012

RESUBIDO EL DOCUMENTAL BLOOD, SWEAT + VINYL

Pues eso, que como Wupload se ha ido a la mierda, he vuelto a subir el documental. Podéis acceder a la entrada pinchando AQUÍ.

lunes, 9 de abril de 2012

CASTILLOS DE HUMO



Nunca fue un castillo, y aun así mandasteis espías para desentrañar secretos envueltos en el humo de vuestra imaginación. Jamás fue una fortaleza, y asediasteis su destartalado complejo de chozas como si de la legendaria Troya se tratase. Cada esquina, cada pared, cada calle maloliente se transformaba en vuestras cabezas en mágicas tapaderas de un mundo rico de tesoros y peligros, una invitación jamás extendida a la violación de un pueblo decadente pero soberano. En cada franca sonrisa veíais una máscara, un escudo en cada caricia. Un candado de siete llaves se conjuraba ante la visión de un reino que jamás construyó una sola puerta, cuyo único pecado fue no afrontar las desgracias con lloros ni lamentos, y sí con mandíbulas apretadas y miradas al frente. La sencillez vista como un laberinto, y el ser que vivía en su interior despedazado como el Minotauro a manos de un Teseo mil veces más cruel que el de la leyenda. Cada gesto de ayuda de sus escuálidos brazos fue tratado como una ofensa, como una limosna lanzada a los pies de un mendigo, sin ver que eran manos alzadas al cielo, donde vosotros habitabais. Un cielo que cerró sus puentes cuando la aldea ardía, justo después de que el enemigo los cruzara. Nadie pensaba que el castillo de humo ardería, pero ardió. Nadie pensó que sus pesados portones de acero cederían, y lo hicieron, porque nunca habían existido. Ahora camináis entre las ruinas, rodeados del desagradable olor de un pueblo moribundo, corroído por la gangrena de la incomprensión, demasiado cansado para encender la llama de la ira. Y entre el humo, el verdadero, el que emana de las ilusiones rotas, veis la verdad por primera vez. Que no hay muros, no hay puertas, secretos, tesoros ni peligros. Tan sólo dolor, mandíbulas apretadas y unos ojos empañados que miran al frente…

Texto e imagen invocados por Cthulhu.

Licencia Creative Commons
CASTILLOS DE HUMO por Cthulhu se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento 3.0 Unported.
Basada en una obra en desvandecthulhu.blogspot.com.es.

martes, 3 de abril de 2012

LOBEZNO: ENEMIGO DEL ESTADO / AGENTE DE SHIELD de Mark Millar y John Romita Jr. (2006)



Hoy os propongo desembarazarnos de las disquisiciones existenciales de Morrison, los análisis psicológicos de Moore o el universo contestatario de Warren Ellis para lanzarnos en brazos de la acción pura y dura en el equivalente más cercano a un blockbuster de calidad que pueda uno leer en el mundo del cómic, cortesía de ese tándem de lujo Millar-Romita Jr. que a mediados de la década pasada parió esta maravillosa historia para nuestro superhéroe con garras favorito. Además rescató a Lobezno de un estado de mediocridad alarmante que venía arrastrando por años en manos de inútiles como Liefeld o Larsen y de decepciones como la anodina etapa de Rucka. He de decir que mis sentimientos hacia Mark Millar son una mezcla de amor-odio (creo que es algo que comparto con mucha gente), y no poca frustración ante uno de los escritores actuales con mejores ideas del medio pero que a menudo se ve abocado al fracaso por una osadía que roza la falta de respeto y la falta de solidez a la hora de construir los cimientos de esas ideas. Entre sus grandes aciertos se cuentan su periplo por la serie The Authority de Warren Ellis, Superman: Red Son, Kick Ass o Wanted (aún con sus fallos), donde desarrolló con acierto esas premisas argumentales insólitas, unos diálogos vibrantes e ingeniosos y sus clásicos volteretas de guión que tan bien funcionan... cuando funcionan. Pero claro, al lado de esto tenemos fiascos como Civil War (aunque en su defensa he de decir que no creo que manejar un crossover de esa envergadura, y menos en Marvel, le permitiera tener manga ancha a la hora de tomar decisiones) o su participación en el Universo Ultimates. Sobre Romita Jr. qué decir... Uno de los dibujantes más grandes que ha tenido el cómic en las últimas tres décadas, con un estilo personal e intransferible y que ha conseguido el logro nada fácil de ponerse a la altura de la leyenda de su padre (cuanto menos, porque personalmente prefiero con creces al hijo).


Lo mejor de estas dos sagas de tres números cada una es su absoluta falta de pretensiones más allá de ofrecer una ración de espectáculo como hacía años que nuestro querido Logan no protagonizaba. Y vaya si lo consiguieron. Porque tanto Enemigo del Estado como Agente de SHIELD son acción a raudales, violencia, enfrentamientos épicos y la constatación de que efectivamente Lobezno es el mejor en lo que hace: repartir estopa como la pequeña máquina de matar que es (y muchas veces se olvida). Asesinado por un misterioso enemigo, Gorgón, Lobezno será resucitado por La Mano (la mítica y tenebrosa secta de ninjas) y puesto a su servicio en un ambicioso plan en el que también formará parte Hydra (si, los ex-nazis de "corta una cabeza y dos ocuparán su lugar"). No contento con esto, Millar lanza a la bola de pelo canadiense a zurrarse con SHIELD, Los 4 Fantásticos, Los VengadoresDaredevil, Elektra y los X-Men, dejando tras de sí un rastro de cadáveres estratosférico (creo que al final de la saga se cepilla entre buenos y malos a más de 2.000 personas!). Magia, ninjas, Centinelas, agentes secretos, superhéroes, batallas campales... Una bacanal sin freno en la que no tendrás ni un segundo para el respiro, con la ayuda inestimable de los espectaculares lápices de Romita Jr., de nuevo rayando a un nivel inalcanzable. Da igual que haya abrazado el minimalismo en sus trazos con la edad, este señor sigue jugando en otra liga. Respecto a Millar, hay que decir que hace una labor fantástica, reduciendo sus idas de olla pero a la vez dando rienda suelta a una acción que vuela todo el rato con la quinta marcha metida.


No voy a destripar más el cómic, tan sólo terminaré diciendo que con estas dos mini-sagas Millar y Romita Jr demostraron que espectáculo y calidad no tienen por qué ser conceptos antagónicos. Uno de las historias que más he gozado en los últimos años, y lectura imprescindible para todos los enamorados de la adrenalina y el olor de la sangre. Ya podría aprender Michael Bay... Buen provecho!





viernes, 30 de marzo de 2012

HELLGATE de William A. Levey (1989)




Espero que algún día me perdonéis por estas mierdas que os traigo, porque a mí hacerlo con Elforense cada vez se me hace más difícil. Miedo me da pensar en la siguiente remesa de cine pútrido que tiene preparado... Por el momento vamos con una película tan mala que provoca rabia, indignación y un deseo irrefrenable de que se desate el Apocalipsis maya de una puñetera vez sobre nuestras cabezas. Porque os aseguro que cuando veáis Hellgate reconoceréis que nos lo hemos merecido. Este aborto fílmico pergreñado a finales de la diabólica década de los 80, lleva la firma de William A. Lavey, terrorista audiovisual que tiene en su haber cosas como La Fiebre del Patín (1979), En Washington Los Senadores Están Calientes (1977) o su apoteósico debut Blackenestein (1973). Si, la blackxploitation alcanzó a nuestro querido personaje de tornillos encefálicos y botas rockabillies, y aunque la peli es mala como un papiloma he de decir que da para unas cuantas risas. Versado en pelis de contenido erótico-casposo, nuestro amigo Lavey (no confundir con nuestro satánico favorito, este es más maligno) hizo en Hellgate su primera incursión en el cine de terror (por llamarlo de alguna manera), dando como resultado lo que todos esperaban, o nadie, ya que el nivel de trascendencia de sus películas es comparable al de un nuevo disco de Europe. Hellgate tiene una puntuación media en el IMDb de 2,6, que son 7 puntos más de los que yo le daría.

Si, eso es un rayo. Y eso un murciélago.

Si, esos son gilipollas

El argumento (me duele llamarlo así) va sobre una leyenda de esas que todo pueblo de catetos endogámicos estadounidenses tiene, acerca de una chica que está muy buena, tanto que atrae la atención de los moteros malignos y patéticos de turno que deciden secuestrarla. Haciendo gala de la inteligencia que suelen demostrar esta clase de villanos en el cine, deciden llevarla al pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista que regenta su padre, que inexplicablemente se cabrea mucho al ver a su hija en bragas y perseguida por rudos amos de la carretera. Tanto es así que se lía a hachazos con ellos, pero sin poder impedir que en la refriega su hija sexy muera empotrada contra una pared de ladrillos. Esto le crea un trauma (que lo sabes porque te lo cuentan, ya que la destreza interpretativa de los actores se asemeja a la de una maceta) que le hace odiar a todos los forasteros, convirtiéndose en una especie de Le Pen, pero de circo. Bueno, eso es redundante, en una especie de Le Pen. En estas el anciano que hace labores de mantenimiento en el pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista descubre una misteriosa piedra de brillo psicotrónico, y aquí la peli entra en una cabalgada hacia la demencia, tirando con ella lo que queda de tu salud mental (que no nos engañemos, tampoco es mucho). Porque amigos, esa piedra tiene la capacidad de lanzar un rayo (cutre, patético y bochornoso) capaz de despertar a los muertos, empezando por un murciélago del todo a 100 que supuestamente el anciano acababa de cargarse. Al recibir el rayo nuestro querido mamífero alado vuelve a impulsarse por el aire, alambres mediante. Evidentemente nuestro compungido padre decide utilizar la piedra para revivir a su hija, pero con cuidado porque sin dominio sobre ella los resucitados se transforman en horripilantes zombies-mutantes-engendros patéticos, algo que descubre al probarla sobre un pobre pez de colores y su tortuga disecada. No creáis sin embargo que volver a tener a su hija con él le cura del virus ultraderechista, ya que utiliza sus exhuberantes encantos para atraer a pobres incautos a su morada para cargárselos. Y en estas entran nuestros protagonistas, dos parejas de jóvenes subnormales, feos y con tal capacidad de cargarte los nervios que desearás que mueran desde el primer minuto, y con ellos lo que queda de tu cerebelo. De verdad, entre lo horripilante de sus actuaciones, lo estúpido de sus diálogos y lo insólito de sus decisiones, preferirás enfrentarte a pelo a una colonoscopia salvaje. Espoleados por la erección que la rubiaza le ha provocado a uno de ellos deciden dirigirse al pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista, y lo demás, aunque lo imaginéis, tendréis que descubrirlo por vosotros mismos...

Si, eso es un pez tropical

Luego están los defectos especiales. Si no fuera porque no podrás parar de reírte sería para denunciarlo ante las Naciones Unidas. Que no te engañe la carátula, puede que los encargados de los efectos hicieran Hellraiser, pero luego se despeñaron por un acantilado, se golpearon muchas veces en la cabeza y tras sobrevivir precariamente a la caída sufrieron un ataque colectivo de idiocia. Y es que he visto mejores trabajos cuando hacía manualidades con plastilina en la EGB (lo que había antes de la LOGSE y que el mundo se resquebrajara). En definitiva, Hellgate es una película de obligado visionado (incluso no) si quieres recibir el fin del mundo con una carcajada y un herpes cerebral.

Si, ella es lo mejor de la peli. Hazme caso

Selección psicotrónica hecha por Elforense.
Comentario y sangrado retinal por Cthulhu.

martes, 27 de marzo de 2012

POR SIEMPRE




El dolor no había remitido ni un ápice, pero las vistas ayudaban a mitigar una agonía que no pocas veces en los últimos meses parecía que le iba a devorar desde las entrañas. Scott Biram acompañaba su estado de contemplación cantando historias de perdedores a través de los auriculares. Historias que ahora no le parecían tan desesperadas a la vista de la suya propia. El viento seco del desierto se estrellaba contra cada centímetro de su piel desnuda, que era toda, y al cerrar los ojos lavaba sus pensamientos, arrastrando con él todo lo superfluo y prescindible que pudiera tener en la cabeza. El impresionante paisaje, con sus rojos cañones moldeados por millones de años de erosión, era un monumento viviente a la inmortalidad y a la vez a lo efímero de la vida. Una vez, cuando el hombre sólo era una promesa, una utopía, una ínfima posibilidad en el horizonte, aquel lugar desplegaba encrespados picos y valles intrincados, repleto de jóvenes montañas compitiendo por mostrar su poderío. El tiempo y el entorno las habían empequeñecido, pero ganando por el camino la majestuosidad y profundidad que sólo otorgan el transcurrir de los días, los años, las eras. Plantado sobre uno de esos cañones en mitad de Arizona dudaba que la visión del Himalaya o de los Alpes tuviera el mismo impacto sobre el alma humana que aquella interminable aridez que el atardecer teñía con el color de la sangre. Casi podía ver a los indios hopi elevando la mirada al cielo y relatando sus profecías, a Pluma Blanca abrazando el gélido abrazo de la muerte con la única pena en su corazón por no haber presenciado la última de ellas, la de la caída y renacimiento del hombre. Se incorporó sobre la esterilla, no sin esfuerzo, y el dolor le hizo saltar lágrimas y un gemido entrecortado. El cuerpo que un tiempo atrás había sido joven y vigoroso aparecía como consumido por un demonio voraz, con los huesos sobresaliendo como desesperados marinos buscando saltar de una embarcación que se hunde. Por contra sus ojos, reflejo del hombre que había tras ellos, mostraban la serenidad de quien ha aceptado los designios de la vida, la paz interior de aquel al que ya no le quedan más llantos ni lamentos y la comprensión que nace de descubrir que la muerte, lejos de ser ese monstruo que todo lo engulle, es muchas veces la más compasiva de las damas. Una dulce promesa de descanso, unos labios a los que permanecer siempre pegado hasta el fin de los tiempos, un frío y cristalino lago en el que zambullirse y difuminarse por siempre, entregado al interminable fluir de la materia. Lentamente se quitó los auriculares, apagó el reproductor y dobló la esterilla con gestos que hablaban de alguna especie de meticuloso rito ancestral. Pasó las manos por todo su cuerpo, muy despacio, notando cada curva, cada forma, la (a pesar de todo) suavidad de su nívea piel, con una delicadeza mayor de la que nadie le hubiera dedicado antes. Al llegar a la cabeza se entretuvo en acariciar la morfología que mostraba su reciente calvicie, y se lamentó, no sin esbozar una sonrisa, de tener que encarar el fin sin la melena de la que se había sentido tan orgulloso en el pasado. Una vez terminado el ritual fijó la mirada en el horizonte, y respirando con regularidad se concentró en mimetizarse con el mismo, vaciando por completo la mente, despidiéndose así también de todos sus pensamientos. Dándole la espalda a sus escasas pertenencias, echó a andar en dirección a un sol que se escondía de aquel rincón del mundo otro día más. Caminando bajo aquel ocaso, con unas sandalias de origen navajo como único ropaje, parecía una visión fantasmal, y de haber alguien observando aquella estampa le habría parecido una jugarreta visual fruto de algún efecto óptico. Pero tan sólo era un hombre, como lo fue Pluma Blanca, buscando un frío lago en el que zambullirse por siempre.

Imagen y texto invocados por Cthulhu



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lunes, 26 de marzo de 2012

TAN SÓLO PALABRAS...


Fugacidad… olvido… el antaño frondoso árbol aparece ahora deslucido. No está muerto, dicen, volverá a florecer, comentan, siempre será un árbol, aseguran. Siempre… curiosa palabra que llena bocas y promesas, un engaño, una mentira, una imposibilidad objetiva. Y pese a todo el autoengaño, ya nadie se protege del sol bajo su copa, nadie come de sus escasos frutos, ni marca su corteza con sueños y deseos. Siempre será un árbol… siempre… si es así, nunca fue un árbol, no fue una mierda…

Sólo fue una palabra, y probablemente no acabe siendo ni un recuerdo, tan sólo una oscura figura recortada en el gris horizonte que dejamos a nuestra espalda, ese aliento que a veces notamos en la nuca, esa extraña sensación de deja vú que de manera aleatoria nos deja con cara de estúpidos, que es lo que somos con nuestras palabras vacías, nuestras promesas vacías, nuestros engaños vacíos.

Pero no le llames árbol, no le llames una mierda, no le llames.


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viernes, 23 de marzo de 2012

BLOOD, SWEAT + VINYL: EXTRAS



En vista del éxito que ha tenido el documental Blood, Sweat + Vinyl, me he decidido a poner a vuestra disposición el segundo DVD de la edición especial. 2 horas de actuaciones en directo inéditas de las diferentes bandas que aparecen en el mismo, y en las que descubriréis los niveles de intensidad sobrehumanos que Isis o Neurosis imprimen a sus conciertos, la demencia maravillosa de Oxbow, el irresistible gancho de Cave In, la magia psicodélica de Grails o la contundencia de Pelican, entre otros. Espero que lo disfrutéis y, que al igual que me ha pasado a mi, os ayude a seguir profundizando en la miríada de propuestas que laten en el interior de la música underground norteamericana.



sábado, 17 de marzo de 2012

BLOOD, SWEAT + VINYL: DIY IN THE 21ST CENTURY de Kenneth Thomas (2011)



El documental de música que muchos estábamos esperando, nuestro gran documento generacional. Blood, Sweat + Vinyl es una mirada en profundidad a ese universo englobado bajo la imprecisa etiqueta de post-metal y que incluye algunas de las bandas más importantes que la música ha dado en las dos últimas décadas. Recogiendo 5 años de trabajo del director Kenneth Thomas, el documental va mucho más allá y centra su mirada en la filosofía Do It Yourself que mueve a dichas formaciones, un ideal que escupe en la concepción del arte como un producto de consumo y que, alejándose de la gran industria, articula la música como inseparable de otras disciplinas, en especial la creación audiovisual y el diseño gráfico. Para ello analiza tres de los sellos fundamentales dentro de la escena: Hydra Head (capitaneado por Aaron Turner de Isis), Neurot Recordings (cuartel general de Neurosis a través de Steve Von Till y Scott Kelly) y el ecléctico Constellation (hogar de los desaparecidos Godspeed You! Black Emperor y de su actual reencarnación Thee Silver Mt Zion Memorial Orchestra).

Poco se puede decir que no se haya dicho ya de los todopoderosos Isis, probablemente la banda más influyente de la escena, merced a clásicos modernos como Oceanic, Celestial o Panopticon. A través de una propuesta capaz de golpear con todo el músculo de la tectónica desatada a la par que sumergirte en evocadores pasajes de belleza ultramundana, el quinteto son la precisión matemática cuando se introduce en el proceso creativo, una máquina de relojería perfecta cuyo único fin es demostrate que existe la vida en otros planetas, y efectivamente es mucho más inteligente que nosotros. Su líder y cabeza visible, Aaron Turner, también lo es del imprescindible sello californiano Hydra Head, que sin necesidad de contratos y con la confianza y el respeto por la música como principales valedores de su nombre ha reunido bajo su bandera a algunas de las bandas más importantes del siglo XXI. A través de entrevistas y maravillosos directos conoceremos más a fondo a formaciones como los Jesu del dios Justin Broadrick, degustaremos el sabor agridulce de la fama con Cave In y, por supuesto, veremos el genuino engranaje que mueve la maquinaria de los citados Isis.


Tras ello le llega el turno a la que en mi opinión es una de las bandas más grandes e influyentes que jamás nos haya regalado la música: Neurosis. Repasar su discografía es postrarse ante una sucesión de obras maestras sin igual, en continuo cambio y evolución, con la libertad creativa más absoluta como bandera. Souls At Zero, Enemy Of The Sun, Through Silver In Blood, Times Of Grace, A Sun That Never Sets... Pocas, muy pocas bandas en la historia pueden alardear de unos títulos a ese nivel. De la mano de dos de sus más notorias cabezas pensantes, Steve Von Till y Scott Kelly, descubriremos que todos los beneficios que generan Neurosis (que a pesar de su condición underground supongo que no serán pequeños) son reinvertidos en su totalidad en apoyar a bandas editando sus discos con Neurot Recordings. Renunciar a vivir de tu música para hacerlo por ella, una lección de integridad y principios que supone todo un rayo de esperanza en este mundo de individualismo e intereses. Repasaremos también algunas de las formaciones más importantes del sello afincado en Idaho, muy diferentes entre sí pero con la misma concepción de la música y el proceso creativo: los gigantes del hardcore Converge, los legendarios Oxbow, los apocalípticos A Storm Of Light o los inclasificables Grails


Y para terminar fijamos la mirada hacia el norte, a la fría Montreal, lugar donde se ubica la sede de Constellation, la "rarita" de la familia. Un sello mucho más enfocado al indie que al metal y que fue hogar en su día de los añorados Godspeed You! Black Emperor, ahora reconvertidos en los sorprendentes Thee Silver Mt Zion Memorial Orchestra. Con un discurso político más abiertamente izquierdista y los ecos del movimiento hippie todavía resonando en sus cabezas (aunque lo nieguen), en la propuesta de los canadienses se dan la mano el folk, el ambient, el rock progresivo... todo ello con el claro objetivo de arrancarse cualquier corsé estilístico que pueda endosárseles. Despojándose del peso que supone arrastrar el cuerpo (¿muerto?) del post-rock, las bandas de Constellation miran al futuro con valentía y principios a prueba de bombas. Buenos ejemplos de ello son las propuestas de inclasificables combos como Evangelista o los enormes Do May Say Think, que demuestran que el rock y el pop independientes no se mueven al son de los dictados de Pitchfork.


En resumidas cuentas estamos ante un documental imprescindible para todo aquel que quiera saber donde reside el corazón de la autenticidad en la música del siglo XXI. Un golpe en la mesa y la declaración de que la filosofía DIY sigue igual de viva que hace tres décadas. NUESTRO GRAN DOCUMENTAL GENERACIONAL

"A veces sientes que es una batalla por tu alma. Tienes que hacer estas cosas por tu alma, y si no las haces lo pagas con ella" - Steve Von Till (Neurosis)




jueves, 8 de marzo de 2012

BATMAN: LA BROMA ASESINA de Alan Moore y Brian Bolland (1988)



Vamos con otra de mis historias favoritas de todos los tiempos. La historia que definió al Joker como ninguna otra (con la posible excepción del descomunal trabajo que hicieron posteriormente Bermejo y Azzarello, aunque dándole otro perfil diferente). Escrita en 1988 por un Alan Moore en plena forma, es con la adición del Brian Bolland y sus geniales lápices con la que se crea la sinergia perfecta que deviene en uno de los clásicos inmortales del noveno arte. Una novela gráfica que no necesitó más de 48 páginas para erigir un tour de force entre el murciélago y el bromista de una profundidad sin igual, y que recibió los Premios Eisner a Mejor Novela Gráfica, Mejor Guionista y Mejor Dibujante en 1989.



Transcurriendo enteramente en el plano psicológico, La Broma Asesina traza en unas pocas páginas el retrato analítico de nuestros contendientes como nadie sino Moore podría hacer, llegando al corazón de una relación que en el fondo es simbiótica, aunque enfermiza y muchas veces surrealista. Narra además el origen de nuestro adorado villano, lo que nos hace comprender la tesis del Joker de que tan sólo hace falta un mal día para sumir a cualquier hombre sano en la más absoluta de las demencias. Dispuesto a demostrar tal sentencia, utiliza al comisario Gordon como conejillo de indias, sin importar los estragos que deja tras de sí, en este caso a una Barbara Gordon (anteriormente Batgirl) postrada para siempre en una silla de ruedas. Ante esto Batman, una vez más, no puede sino sentir impotencia ante una relación cuyo final es el único que un héroe como él no puede permitirse: Vamos a terminar matándonos, ¿verdad?. Comienza así una lucha entre el bien y el mal, pero una en la que el bien jamás podrá vencer porque el mal es demencia, caos desatado frente a rígidos preceptos morales.


El final, aunque discutido en su momento, me parece grandioso, certero en toda su hilarante simpleza, y la mejor definición que jamás se podría haber hecho del juego entre estos dos titanes del cómic. No lo revelaré por si alguien no lo ha leído, pero tan sólo diré que de ser Batman mi desesperación sería tal que probablemente dejaría escapar mi cordura entre carcajadas y me uniría finalmente a la causa del Joker. La única que no puede perder porque no tiene más objetivo que el desastre. Junto a Batman: El Regreso del Caballero Oscuro y Batman: Año Uno, las grandes obras maestras del enmascarado de Gotham.